Ya hace unos días que me vengo dedicando a eso de la moda, y como en todo oficio te encuentras con profesionales de todo tipo. Buenos, y … muy buenos.
Pero he observado que lo que suele distinguir el resultado final, no es siempre la validez de las personas que desarrollan un proyecto, ni las horas de trabajo invertido en ello. Muchas veces lo que distingue un proyecto aceptable de uno muy bueno, es el “alma”.
Lo hemos oído infinidad de veces; esto tiene alma, el alma de. Cuantas veces notamos en un trabajo que valoramos: carácter, esencia, filosofía, estilo propio, personalidad, etc.
Pero a qué nos referimos? Dónde se encuentra? Cómo podemos generarlo? Esto me ha estado inquietando durante años.
Hablando con Enric Sala (escultor), me explicaba cómo se había inspirado en las moléculas orgánicas para su última serie, lo que me dejo un poco perplejo. Pero es cierto que la serie tenía una coherencia, un discurso, un estilo, una continuidad. Y por supuesto un valor estético indiscutible.
En el mundo de las artes clásicas es muy habitual que los proyectos partan de un núcleo, y luego se desarrollen.
Pero en fotografía de moda, suelo ver proyectos carentes de ese discurso, que sólo se puede desarrollar partiendo de un punto muy claro y con una filosofía y valores muy concretos. En vez de esto algunos proyectos intentan sustentarse en configuraciones estéticas, o en aptitudes o en referentes.Tengo que añadir que yo ya cometí esos errores.
Mi humilde consejo:
Idea – Concepto – Desarrollo – Proyecto (Estos son los pasos)
Así; cuando uno se pierde o el proyecto se transfigura porque surgen problemas. Siempre surgen. Se puede retroceder hasta el núcleo para reemprenderlo. Sin que quede difuminado, cojo, o manco.
Nada de salir y disparar a bocajarro; mediten conceptualizen, desarrollen ideas.
Y hagan lo que hagan, intenten hacerlo con “alma”.